31 mayo 2009

Álbum de fotos

Más imágenes de la representación en Arbolé, el 28 de mayo de 2009.
Ahora sí que muero en Arbolé

30 mayo 2009

En Arbolé


Fotografía: Un momento de la obra "Ahora sí que muero". 28 de mayo 2009, Teatro Arbolé


Un placer terrible para una persona consiste en sujetarla con grillos en los subte­rráneos del castillo. El brazo rígido y sujeto en el muro. En la palma de la mano se le hace una pequeña herida y se cultivan en ella larvas de mosca o de coleóptero. Al poco tiempo cientos de gusanos bullen en la mano.

Gags, Luis Buñuel

(Texto incluido en el libro “Recordando a Luis Buñuel”, Pedro Christian García Buñuel, 1985)

24 mayo 2009

Quieren dejarme en paz


En una estancia entre cuatro velas se halla un ataúd, dentro del cual yace una mujer bellísima que puede ser la novia. Al aproximarse a ella el protagonista el cadáver abre los ojos y les dice: "Quieren dejarme en paz".

Gags, Luis Buñuel

(Texto incluido en el libro “Recordando a Luis Buñuel”, Pedro Christian García Buñuel, 1985)

Apocalipsis

El demonio vestido de blanco

Están haciendo el camino de Santiago desde Francia un señor entrado en años, los 60, y uno joven que no pasará de los 35 de edad. Se encuentran en este momento por Bayonna, ya que un letrero señala la población que han dejado atrás.

—Me duele el pie a causa del Camino todo el día—

—¡Claro! Con la suela levantada— le contesta el más joven

Ahora pasa un coche muy cerca de ellos a toda velocidad. El muchacho joven grita:

—Ojalá tengas un reventón y te estrelles—

Al terminar de decir la oración el coche se estrella,prendiéndose fuego.El anciano y el joven se quedan asombrados. Uno le pregunta al otro:

—¿Te parece que aún vive?

—Con ese porrazo no creo—. Contesta el joven

Se acercan al coche y ven al conductor en el asiento de delante, muerto. El ancianodice:

—Deberíamos llamar a la policía.

De pronto, del interior del vehículo, desde el asiento trasero, se oye la voz de un muchacho apuesto con una barbita por toda la cara. Todo vestido de blanco.

—¡No! No lo hagan. Les retendrían durante horas y ustedes deben irse.

El viejo pregunta extrañado:

—¿Estaba usted ahí? No le hemos visto. ¿Tú lo comprendes? —pregunta el ancianoal joven

—¿No está usted herido?—, pregunta el peregrino joven.

El muchacho vestido de blanco contesta saliendo del interior del vehículo:

—Subí cuando le desearon que se estrellase. Justo en el último momento. ¡Márchense, LES HE DICHO QUE SE VAYAN!

—¿Y quién es usted? Vuelve a preguntar el anciano.

—Un obrero que no descansa jamás. Allí somos millones y millones.

El anciano pregunta otra vez:

—¿Dónde?—.

El joven vestido de blanco, como respuesta, les enciende la radio del vehículo estrellado. Se oye la voz de Luis Buñuel retransmitiendo, después él mismo responde a cada oración que sale de la radio:

Lágrimas allí no valen. Arrepentimientos no aprovechan.

Lágrimas allí no valen y los arrepentimientos no aprovechan.

Oraciones allí no se oyen. Promesas para adelante allí no se admiten.

Allí las oraciones no se escuchan y las promesas para el futuro se rechazan. Repite el joven vestido de blanco señalando al horizonte.

Tiempo de penitencia allí no se da.

La oportunidad de hacer penitencia allí no existe.

Porque acabado el postrer punto de la vida, ya no hay más tiempo de penitencia.

Porque rebasado el último instante de la vida ya no hay tiempo para penitencia.

Se cae un reloj que recoge el joven vestido de blanco, inmediatamente lo tira al suelo con barro y lo hunde bajo su pie y con expresión muy grave vuelve a decir.

—Algún día seremos salvados, en el Juicio Final, Dios se apiadará de nosotros.

Los peregrinos se van sin hacer caso a estas últimas palabras, sin embargo el que va vestido de blanco les grita:

—¡Eh! ¿Querían zapatos? Mira, a él ya no le hacen falta.

El peregrino anciano sonríe.

Escena de La vía lactea (La voie lactée, Luis Buñuel, 1969)

Sueño

Alguien que en un momento de lucha o de peligro hace un disparo de revólver. La bala como en los sueños sale muy despacio del revólver y cae a los pies del que disparó. Esto llena de terror al personaje. Quiere huir y no puede. Parece clavado a tierra.

Gags, Luis Buñuel

(Texto incluido en el libro “Recordando a Luis Buñuel”, Pedro Christian García Buñuel, 1985)

22 mayo 2009

Pero de carne y hueso

En la chimenea o sobre un mueble hay un magnífico retrato de desposada con velo blanco y azahar. Alguien pregunta quién es. Es la hija del castellano. Murió hace quince años en circunstancias trágicas, el día mismo de su boda. Más tarde, en plena noche, mientras la lluvia azota los árboles del jardín puede verse la imagen de la desposada pero de carne y hueso, vestida de novia, empapada de lluvia, mirando tristemente hacia el castillo. Unas manos le tapan la boca y la arrastran fuera de la vista del espectador.
Gags, Luis Buñuel

(Texto incluido en el libro “Recordando a Luis Buñuel”, Pedro Christian García Buñuel, 1985)

Disfraces

Si fuera posible desearía realizar films que, aparte de entretener al público hiciesen ver al más adocenado de los espectadores que no está viviendo en EL MEJOR DE TODOS LOS MUNDOS POSIBLES. De ese modo mi tra­bajo, por modesto que fuera, resultaría altamente construc­tivo. Las películas de hoy, incluyendo las llamadas neorrea­listas, se dedican justamente a la tarea contraria. ¿Cómo es posible que se pueda esperar una mejora en la calidad moral de un film, y, por tanto, en el gusto del público y del pro­ductor, cuando aún en las más insulsas comedias sociales, nuestros conceptos de patria, religión, amor, justicia, etc., son ÚNICOS Y NECESARIOS? El verdadero opio del espectador es el conformismo y la gigantesca maquinaria del film se consagra en su tota­lidad a propagar ese confortable sentimiento, aunque a veces lo disimule revistiendo sus creaciones con el insidioso disfraz del arte.

Luis Buñuel, entrevistado por Robert Hughes

Click, click, click

ALUCINACIONES EN TORNO A UNA MANO MUERTA
(Original en inglés, escrito en mayo de 1944)

(La ofreció a Robert Lorrey y Peter Lorre, pero al productor, William Jacobs, no le gustó. Buñuel quedó sorprendido cuando en 1947, en México, vio The beast with five fingers, dirigida por Florey e interpretada por Lorre, donde utilizaron la idea).

(La idea está ya en embrión en Un perro andaluz y fue de nuevo introducida en El ángel exterminador).


Un hombre está leyendo tranquilamente en su escritorio. Son alre­dedor de las once de la noche. Ante él, un grueso libro abierto.

En ese momento comienza a oírse de fondo una música sobrenatu­ral.

Oímos, lejano, el canto de un gallo. Como un eco, se oye el mismo canto más cerca, pero con la banda sonora pasada al revés. Arde el fue­go en la chimenea. Se oyen extraños ruidos. Uno de ellos despierta la atención y las temerosas sospechas del hombre: es como si una mano hubiera roto brutalmente las cuerdas de algún instrumento musical.

Son las once de la noche. Oímos el carillón de la torre de la iglesia desgranando las horas y, como reverberación de un eco, el mismo cari­llón, pero con el sonido al revés.

El hombre mira a su derecha. Ve el cordón del timbre de su habita­ción oscilar como movido por una mano. Decididamente alarmado, mi­ra con miedo a su alrededor.

"Click, click, click'.

(Sonido que recuerda el producido por el dedo medio al chasquear contra la base del pulgar).

"Click, click, click".

Un libro cae del anaquel. Se desmoronan los troncos en la chime­nea.

El hombre seca el sudor de su frente con un gran pañuelo, que coloca ante él, en la mesa, nerviosamente.

"Click, click, click".

Esta vez el ruido llega desde la mesa, cerca del pañuelo. El hombre es­tá muy asustado.

Ve como el pañuelo se mueve lentamente. Sus pliegues se mueven como los pétalos de una flor carnívora. (Esta toma y las siguientes con el pañuelo y la mano, al ralentí).

Súbitamente, la más inesperada y horrible cara aparece entre los plie­gues del pañuelo que envuelve el extraño rostro como un sudario.

El rostro no tiene frente, y entre los dos minúsculos e inhumanos ojos negros una nariz afilada y sobresale de una boca sin dientes y solamente dotada de mandíbula inferior. Este rostro se convierte lenta e inesperadamente en una mano que empieza a deslizarse hacia el aterrorizado personaje.

(Esta cara está formada por una mano cuyo dedo medio corazón ha­ce de nariz, formando el pulgar la mandíbula inferior. Los ojos son dos puntos negros como dos perdigones.)

El hombre se levanta y retrocede, mientras la mano continúa desli­zándose.

(En todo momento ha de verse la mano deslizarse y no caminar, porque entonces podria ser asociada de inmediato con la representación de una rata común).

Cuando la mano alcanza el borde de la mesa, cae al suelo de plano, produciendo un ruido similar al de una palma abierta al golpear un mon­tón de masa.

La mano permanece un momento inerte, atontada sobre el suelo.

El hombre empieza a reaccionar. Su miedo va trocándose en rabia, pero aún retrocede cuando la mano inicia de nuevo su avance. El hom­bre se rehace y rebusca en sus bolsillos como si intentase encontrar un arma. No tiene nada. Mira en torno suyo buscando algo con que aniqui­lar a su obstinado enemigo.

Cerca de el ve una pequeña estatua de bronce sobre un pesado po­dio de mármol. Rápidamente, aparta la estatua, levanta el podio en sus brazos con fuerza y lo deja caer con furiosa decisión sobre la atosigante mano. Queda casi destrozada. Dos ó tres dedos sobresalen de la base del podio. Los ojos del hombre se abren sorprendidos.

El podio se desliza en dirección suya. La mano carga con él como un caracol su concha.

Aparta el podio a puntapiés a toda prisa e inclinándose coge la ma­no por el dedo corazón. Los otros dedos cuelgan lastimosamente, fofos e inarticulados como un guante.

El hombre se dirige a la ventana, la abre y arroja fuera la mano, pero apenas ha conseguido desembarazarse de ella cuando la mano regresa como empujada por un viento imaginario y se estrella contra su cara con la palma abierta, repitiendo el característico ruido de una mano que golpea la masa.

El hombre agarra otra vez la mano y la tira por la ventana, cerrándo­la de inmediato. Esta vez está seguro de haberse librado de ella.

Aún jadeante regresa hacia su escritorio, cuando de pronto su rostro se contrae con repulsión y horror. Con las manos en su pecho y los ojos desorbitados ve cómo los dedos de la mano salen lentamente de su ca­misa medio abierta y la mano emerge de su propio pecho.

Loco de rabia, coge con decisión el órgano mutilado y lo sujeta fu­riosamente con su mano izquierda mientras empuña una daga con la de­recha. Se dirige a la mesa y coloca la mano muerta sobre ella.

Las dos manos izquierdas, la viva y la muerta. El espectador desco­noce cuál de las dos manos es la muerta.

Primer plano del hombre con el rostro enfurecido y alzando la ma­no derecha, en la que empuña la daga, mientras dirige una mirada de odio a las manos situadas sobre la mesa. Baja la daga. Hace descender el puñal.

Primer plano de las dos manos izquierdas. El puñal atraviesa una de ellas. Alarido de dolor. Una de las manos ha quedado clavada contra la, mesa por la daga. La otra comienza a deslizarse. E1 hombre ha atravesa­do su propia mano.

Con decisión, extrae la daga y detiene la mano deslizante con un simple golpe de puñal, clavando por fin la mano muerta sobre la mesa.

Luis Buñuel
5642 Fountain Avenue, Hollywood (28), Calif.

Dry-martini

El Dry Martini es sin duda el cocktail más famoso del mundo. Hoy queremos darles a ustedes la receta de nuestro gran maestro, don Luis Buñuel:

"Permítaseme dar mi fórmula personal, fruto de larga experiencia, con la que siempre obtengo un éxito bastante halagüeño. Pongo en la heladera todo lo necesario, copas, ginebra y coctelera, la víspera del día en que espero invitados. Tengo un termómetro que me permite comprobar que el hielo está a unos veinte grados bajo cero. Al día siguiente, cuando llegan los amigos saco todo lo que necesito. Primeramente, sobre el hielo bien duro echo unas gotas de vermouth y media cucharadita de Angostura, lo agito bien y tiro el líquido, conservando únicamente el hielo que ha quedado, levemente perfumado por los dos ingredientes. Sobre ese hielo vierto el gin puro, agito y sirvo. Esto es todo, y resulta insuperable"
(Fotograma de la serie audiovisual "Estampas", producida por Aragón Televisión y Emilio Casanova Producciones)

Obras son amores y no buenas razones...

Razones para no perderse "Ahora sí que muero"

1. Porque es la última frase que dijo Buñuel antes de morir, a su mujer Jeanne, según cuenta su hijo Juan Luis.

2. Porque es un espectáculo que aúna imagen, música, danza y teatro bajo el espíritu del surrealismo, con un cartel de lujo compuesto por Yago de Mateo (montaje audiovisual y vídeo jockey), Lord Sassafras (montaje musical y disc jockey), Ingrid Magrinyá (coreografía y danza) y Pedro Rebollo (interpretación). Todos en estado de gracia, junto al maestro de ceremonias más lynchiano, Alfonso Pablo, y ateos gracias a Dios.

3. ¡Porque es función única!

4. Porque puedes descubrir que una colegiala-maniquí huye de su perseguidor a ritmo de jazz mientras éste la sujeta frenético bajo los efectos de un dry-martini, para acabar convirtiéndola en una mujer "insuperable" que poco después le afeitará, jota incluida, sobre una palangana-gong que les llevará juntos por los caminos del ensueño de los olvidados bajo alucinaciones de una mano blanca y radiante, tan radiante como la novia que en su entrega se autoinmolará en la cruz de la noche más oscura, para ser narcotizada por el hombre del tiempo, a quien derrotará en el combate-tango más hermoso del amor, que, como no podía ser menos, se transmutará en una pietá sosteniendo al hijo moribundo quie en el apocalipsis final gritará en plena fiesta "Quieren dejarme en paz"

5. Porque "Si existe un placer es el de hacer el amor, el cuerpo rodeado de cuerdas y los ojos cerrados por navajas de afeitar"

Damas y caballeros, la de-función va a comenzar.

Que el genio de Buñuel nos alumbre con pasión por cualquier cruce, por cualquier vía.


AHORA SÍ QUE MUERO

28 de Mayo a las 21:30 horas
Teatro Arbolé (Parque del Agua Luis Buñuel)


La Compañía VIACRUCIS.COM presenta
Ahora sí que mueroEspectáculo multidisciplinar

Les invitamos a hacer un recorrido breve pero intenso por el mundo onírico y surreal de un gran director de cine, maestro de la imagen más provocadora e irreverente, don Luis Buñuel, a través de una ceremonia en formato de vía crucis laico y surrealista, integrado por imágenes, música, danza e interpretación, siendo en suma la composición, descomposición y putrefacción de un cadáver exquisito (camino, muerte y sepultura). Que ustedes lo devoren bien.

Dirección, guión y producción: Vicky Calavia
Dirección escénica: Alfonso Pablo
Coreografía y danza: Ingrid Magrinyá
Actor: Pedro Rebollo
Montaje musical / DJ: Lord Sassafras
Montaje audiovisual / VJ: Yago de Mateo
Voz y traducción (chino): Huang Yi
Traducción (balear): Lara Magrinyá
Foto fija: Miguel Manteca
Agradecimientos: José Antonio Barrera, Emilio Casanova, Centro Cívico Torrero, La Ruta de la Seda, Antonio Muñoz, Miguel Ángel Ortiz, PAI, Eva Puyo