24 mayo 2009

Apocalipsis

El demonio vestido de blanco

Están haciendo el camino de Santiago desde Francia un señor entrado en años, los 60, y uno joven que no pasará de los 35 de edad. Se encuentran en este momento por Bayonna, ya que un letrero señala la población que han dejado atrás.

—Me duele el pie a causa del Camino todo el día—

—¡Claro! Con la suela levantada— le contesta el más joven

Ahora pasa un coche muy cerca de ellos a toda velocidad. El muchacho joven grita:

—Ojalá tengas un reventón y te estrelles—

Al terminar de decir la oración el coche se estrella,prendiéndose fuego.El anciano y el joven se quedan asombrados. Uno le pregunta al otro:

—¿Te parece que aún vive?

—Con ese porrazo no creo—. Contesta el joven

Se acercan al coche y ven al conductor en el asiento de delante, muerto. El ancianodice:

—Deberíamos llamar a la policía.

De pronto, del interior del vehículo, desde el asiento trasero, se oye la voz de un muchacho apuesto con una barbita por toda la cara. Todo vestido de blanco.

—¡No! No lo hagan. Les retendrían durante horas y ustedes deben irse.

El viejo pregunta extrañado:

—¿Estaba usted ahí? No le hemos visto. ¿Tú lo comprendes? —pregunta el ancianoal joven

—¿No está usted herido?—, pregunta el peregrino joven.

El muchacho vestido de blanco contesta saliendo del interior del vehículo:

—Subí cuando le desearon que se estrellase. Justo en el último momento. ¡Márchense, LES HE DICHO QUE SE VAYAN!

—¿Y quién es usted? Vuelve a preguntar el anciano.

—Un obrero que no descansa jamás. Allí somos millones y millones.

El anciano pregunta otra vez:

—¿Dónde?—.

El joven vestido de blanco, como respuesta, les enciende la radio del vehículo estrellado. Se oye la voz de Luis Buñuel retransmitiendo, después él mismo responde a cada oración que sale de la radio:

Lágrimas allí no valen. Arrepentimientos no aprovechan.

Lágrimas allí no valen y los arrepentimientos no aprovechan.

Oraciones allí no se oyen. Promesas para adelante allí no se admiten.

Allí las oraciones no se escuchan y las promesas para el futuro se rechazan. Repite el joven vestido de blanco señalando al horizonte.

Tiempo de penitencia allí no se da.

La oportunidad de hacer penitencia allí no existe.

Porque acabado el postrer punto de la vida, ya no hay más tiempo de penitencia.

Porque rebasado el último instante de la vida ya no hay tiempo para penitencia.

Se cae un reloj que recoge el joven vestido de blanco, inmediatamente lo tira al suelo con barro y lo hunde bajo su pie y con expresión muy grave vuelve a decir.

—Algún día seremos salvados, en el Juicio Final, Dios se apiadará de nosotros.

Los peregrinos se van sin hacer caso a estas últimas palabras, sin embargo el que va vestido de blanco les grita:

—¡Eh! ¿Querían zapatos? Mira, a él ya no le hacen falta.

El peregrino anciano sonríe.

Escena de La vía lactea (La voie lactée, Luis Buñuel, 1969)

3 comentarios:

Francisco Valerdi dijo...

Como tantas escenas de Buñuel a lo largo de la película, me quedo perplejo a primera vista. Gracias por la traducción, la necesitaba. Pocas veces puede uno escuchar la voz de Buñuel, y aquí es muy enigmática.

Anónimo dijo...

Esta escena está cargada de una herejía conocida como apocatastasis, elaborada por Orígenes. El muchacho de blanco que habla es un demonio. Para Orígenes, en el fin del mundo (el día del Juicio Final), Dios salvará a todas las creaturas, que volverán a Él. Mismo las almas que están en el infierno, bien como los demonios, tras sufrir por siglos en el fuego infernal, serán purificados por el mismo fuego e serán salvos. Creo que ese es el sentido de las palabras de que en el fin, en el Juicio, Dios tendrá piedad de todos.

Vicky Calavia dijo...

Francisco, la voz de Luis Buñuel en este film es hipnótica y fascinante la escena.

Anónimo, gracias por tu comentario.